27. Centre d’Estudis d’Urbanisme (CEU). 1972-1977

"La Gran Barcelona", Revista CAU Construcción Arquitectura Urbanismo n.10, Decembre 1971. Biblioteca del COAC
02/02/2019

A principios de 1972 se creó el Centre d’Estudis d’Urbanisme (CEU). Bajo este nombre se agrupaba un reducido número de personas con el objetivo de debatir sobre temas de política urbana, elaborar documentos críticos y alternativos al urbanismo franquista y apoyar a los movimientos sociales urbanos. Nunca fue legalizada como organización. Los iniciadores eran un grupo de jóvenes profesionales (Jordi Borja, Marçal Tarragó, Lluís Brau…) que habían sido despedidos del Ayuntamiento de Barcelona a finales de 1971, inmediatamente después de la publicación del trabajo «La Gran Barcelona», del cual eran autores destacados, primero en la revista Construcción, Arquitectura, Urbanismo (CAU, 1971), del Colegio de Aparejadores, y después editado como libro. Esta publicación, una de las primeras críticas globales a la política urbana de Barcelona, tuvo un impacto importante e, incluso, mediático. Era un informe sobre el urbanismo de Barcelona, realizado a partir de una documentación urbanística, demográfica y socioeconómica rigurosa y desde una posición política democrática, de izquierdas y de defensa de los movimientos sociales y ciudadanos.

El CEU nació en un ambiente de entidades, profesionales y revistas que cuestionaban el urbanismo de Barcelona. Pero se propuso ir más allá: no se trataba únicamente de elaborar un pensamiento crítico respecto a la situación, sino de intervenir más directamente en la lucha de los nuevos movimientos que empezaban a organizarse en torno a las reivindicaciones sobre el urbanismo, los espacios públicos, los transportes urbanos o los equipamientos sociales de los barrios.

El núcleo fundador del CEU —Jordi Borja (sociólogo y geógrafo), Lluís Brau (arquitecto), Carles Teixidor (arquitecto) i Marçal Tarragó (economista)— eran profesionales vinculados a Bandera Roja. Más adelante, a partir de 1974, cuando Bandera Roja se integró al Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), se fueron incorporando otros profesionales, muchos de ellos de esta organización o cercanos a ella: Ricard Boix, Quim Clusa, Pau Verrié, Joan Alemany, Albert Broggi, Manuel Herce, Alfons Rodríguez Bayraguet… Desde un principio, colaboraron puntualmente otros muchos profesionales, estudiosos de los movimientos sociales o que participaban directamente en ellos. 

El CEU se instaló en el ático de la calle Santa Anna, 11, muy cerca de la Rambla. Jordi Borja había recibido una subvención de la Fundación Juan March para realizar un estudio sobre la vivienda en la periferia, lo que permitió alquilar el local y remunerar a un primer profesional como «secretario técnico», Ricard Boix. En un principio ningún miembro del CEU recibía honorarios por su trabajo; más adelante se pudo profesionalizar a una secretaria y un técnico. 

Las actividades del CEU se enmarcaban y desarrollaban según tres ejes básicos. 

El primer eje fue el análisis crítico de las políticas urbanas, de las condiciones de vida de la población y, simultáneamente, la elaboración de propuestas alternativas y de apoyo a las reivindicaciones. Se expresó en artículos, informes y debates entre profesionales o en grupos reducidos de militantes de izquierdas y en diferentes papeles alegales o claramente ilegales. Los miembros del CEU publicaron en periódicos o revistas legales con el seudónimo «Alexandre» o con los nombres reales de los autores, tanto en España como en el extranjero (Francia, Italia, Inglaterra, América Latina), donde participaron asimismo en reuniones, seminarios y coloquios.

El segundo eje fue la relación con las asociaciones de vecinos y comisiones de barrios, también con algunos colegios profesionales o colectivos democráticos de profesionales (arquitectos, aparejadores, trabajadores sociales, jóvenes licenciados de derecho, economía, ciencias sociales y otras carreras humanísticas). Periodistas como Huertas Clavería, Rafael Prades, Manuel Campo Vidal y muchos otros tuvieron un papel importante al proporcionar información y publicar artículos de denuncia, legitimando así las reivindicaciones y apoyando a los activistas sociales.

El tercer eje fueron las conexiones e intercambios de ideas con organizaciones políticas —Bandera Roja y PSUC principalmente— pero también con colectivos socialistas, de izquierdas, cristianos progresistas, sindicalistas (CCOO) o demócratas que estaban arraigados en centros sociales o entidades culturales. Este eje fue frágil durante los primeros años debido a que los partidos políticos antifranquistas no daban la debida importancia a las luchas de los barrios; los dirigentes y activistas politizados priorizaban el movimiento obrero y los movimientos universitarios e intelectuales. Bandera Roja desde el inicio del CEU y, poco después, el PSUC dieron relevancia a los movimientos ciudadanos y los impulsaron de manera decidida. A partir de 1975, ya integrados en una sola organización, se empezó a plantear la necesidad de elecciones municipales democráticas cuando la dictadura mantenía todavía su capacidad represora. 

Durante los primeros años del CEU (1972-75) se priorizó la relación con los movimientos vecinales recién creados, el apoyo a sus dirigentes y las reflexiones críticas a las políticas urbanas y especialmente a los ayuntamientos, el último nivel del Estado, pero el más cercano a los ciudadanos. Se publicaron artículos en las revistas de colegios profesionales de arquitectos, aparejadores, ingenieros industriales y en los periódicos Tele-Express y Diario de Barcelona (en este último con un artículo semanal firmado con el seudónimo «Alexandre»). Se escribieron artículos también en revistas generalistas como Cuadernos para el Diálogo (que publicó un número monográfico dedicado a los movimientos sociales urbanos elaborado por el CEU). Pero, sobre todo, se establecieron relaciones con las asociaciones de vecinos y diversos colectivos de barrios, a los que se respaldaba con argumentos técnicos y políticos, y de cuyos dirigentes, activistas sociales y militantes políticos de base se aprendía mucho. Un día a la semana, al anochecer, en el sótano del Colegio de Arquitectos, se reunían para discutir de políticas urbanas jóvenes arquitectos y algunos miembros del CEU, que participaban a menudo como ponentes. La Oficina de Información Urbanística (OIU) del Colegio de Arquitectos, el Colegio de Aparejadores, el Laboratorio de Urbanismo de Barcelona (LUB) fueron entidades encargadas de organizar importantes debates críticos, publicaron artículos y organizaron reuniones sobre las políticas urbanas del momento; de forma directa o indirecta, estas entidades, reuniones y profesionales fueron también protagonistas de los movimientos urbanos de la época. Algunos departamentos universitarios orientaron a estudiantes de Sociología, Geografía Urbana y otras carreras a hacer trabajos universitarios y, a su vez, a implicarse en la vida y lucha de los barrios.

Los miembros del CEU trabajaban en instituciones políticas (Ayuntamiento, Diputación, Corporación Metropolitana), en colegios profesionales, en estudios profesionales privados y en departamentos universitarios. En general estaban integrados o relacionados con organizaciones políticas o sociales, entidades de barrio o asociaciones de vecinos. Mantenían conexiones con profesionales que estaban trabajando en los nuevos movimientos sociales (periodistas, trabajadores sociales, responsables de colegios profesionales…). El CEU no fue estrictamente un grupo político, técnico o social, pero fue todo a la vez.

En el periodo 1975-77 tuvo lugar en Cataluña el Congrés de Cultura Catalana, un amplio proceso de debate en el que participaron miles de ciudadanos. Uno de sus ámbitos, el de Ordenación del Territorio, contó con una participación muy activa de los profesionales procedentes del CEU que contribuyeron con ponencias e intervenciones en los debates. 

A partir de 1975, y sobre todo durante los años 1976 y 1977, se pusieron en marcha estudios y debates destinados a preparar los programas municipales. Primero fue un extenso informe al Comité Central del PSUC (1976) que presentó Jordi Borja, responsable de política municipal de este partido. Posteriormente, la discusión se amplió con la participación de más de una decena de colaboradores, cuyo resultado fue la publicación del libro Por una política municipal democrática (Borja, Tarragó, Boix, 1977). A finales del 1977, la discusión sobre la necesidad de participar activamente en la formación de las candidaturas democráticas en las elecciones locales en las nuevas condiciones políticas, provocó el paso del Centre d’Estudis d’Urbanisme (CEU) al Centre d’Estudis Urbanístics, Municipals i Territorials (CEUMT).

Joan Alemany y Pau Verrié: «CEU-CEUMT (1972-1982). Moviments socials, polítiques urbanes, ajuntaments democràtics», Barcelona Quaderns d’Història, núm. 27, Barcelona 2021, págs. 189-193