10. La arquitectura escolar de MBM. 1956-1974
La arquitectura escolar es uno de los capítulos más sobresalientes dentro de la extensa trayectoria del estudio MBM. Propiciados por la cercanía con Artur Martorell, padre de Josep Maria Martorell y uno de los principales promotores de la renovación pedagógica en Catalunya, sus primeros encargos son fruto de las relaciones con diversos profesionales del sector y con los nuevos métodos de enseñanza. A su vez, MBM investigó a fondo la vanguardia internacional en el campo de la arquitectura escolar, dotándose de un conjunto muy amplio de referencias en las tradiciones inglesas, norteamericanas y del norte de Europa.
Podríamos dividir en tres períodos los grupos escolares realizados durante casi treinta años. El primero, entre 1956 y 1960, englobaría los institutos laborales de Amposta (1955-57) y Sabiñánigo (1955-58), en los que Martorell y Bohigas colaboraron con Joaquim Gili y Francesc Bassó, así como cinco centros de educación primaria puestos en marcha por el Plan Nacional de Construcciones Escolares, y que incluyó las escuelas Ramiro Ledesma (1956-58), Antoni Parera (1957-58), Sant Antoni Maria Claret (1957-58), Timbaler del Bruc (1957-58) y Baró de Viver (1957-77), además de tres grupos escolares en Terrassa (1956-60), con la participación de Josep Pratmarsó. El segundo período, ya con David Mackay incorporado al estudio, abarcaría desde 1961 hasta 1972, teniendo como resultado la escuela Sant Gregori de Sabadell (1961), la escuela Garbí en Esplugues de Llobregat (1962-67) y los conjuntos escolares de Pineda de Mar (1967-69), Vilanova i la Geltrú (1968-71) y Montbau (1969). El tercer y último período, entre 1972 y 1979, estaría formado por dos escuelas: Thau (1972-74) y Costa i Llobera (1976-79).
Todos estos centros educativos fueron ampliamente difundidos a través de numerosas publicaciones nacionales e internacionales, y se convirtieron en pioneros y referentes para el desarrollo de la arquitectura escolar.
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En 1954 Josep Maria Martorell y Oriol Bohigas participaron, junto con Joaquim Gili y Francesc Bassó, en el Concurso de Institutos Laborales. Su propuesta recibiría el tercer premio, por lo que edificaron los institutos laborales de Amposta (1955-1957) y Sabiñánigo (1955-1958). Más tarde, con la puesta en marcha del Plan Nacional de Construcciones Escolares, construyen cinco centros de educación primaria: las escuelas Ramiro Ledesma (1956-58), Antoni Parera (1957-58), Sant Antoni Maria Claret (1957-58), Timbaler del Bruc (1957-58) y Baró de Viver (1957-77), además de tres grupos escolares en Terrassa (1956-1960), con la colaboración de Josep Pratmarsó.
A principios de los sesenta, desde distintos foros de debate internacionales, se produce un nuevo impulso en el desarrollo de la tipología arquitectónica escolar. La XII Trienal de Milán (1960) dedicó una especial atención al tema de la escuela. Bohigas consideró este momento como el inicio de la sucesiva pérdida de importancia del aula en pos de las virtudes pedagógicas de los espacios comunes. Nutriéndose de las teorías del arquitecto italiano Uberto Siola, Martorell sintetizó del siguiente modo las principales necesidades de los nuevos edificios escolares:
1. Espacios servidos y espacios de servicio.
2. Un núcleo de actividades abierto al barrio; toman importancia los parámetros social y comunitario.
3. El aula de múltiples funciones, superando la enseñanza pasiva.
4. Escuelas de dimensión importante para que su presencia cuente como centro comunitario en el entorno urbano.
5. El aula como punto de referencia del grupo-clase, para que la socialización pretendida en una educación de acento comunitario no se convierta en un vago estado de ánimo de los alumnos.
6. La flexibilidad, entendida no tanto como posibilidad de modificación de la disposición del edificio, sino como caracterización de los espacios arquitectónicos para que sean adaptables a distintos usos, y para que provoquen la movilidad dentro de la escuela y fuercen la explosión del grupo clase y la creación de agrupaciones distintas en relación con muy diversos centros de interés.
7. Consecuentemente, los espacios intermedios concebidos y valorados como espacios pedagógicos.
8. Los itinerarios interiores al edificio-escuela valorados como posibilidad de encuentro y relación.
A partir de dichas premisas, y ya con la incorporación de David Mackay en 1962, MBM proyectaron edificios escolares en los que los espacios relacionales eran focos alrededor de los cuales se desarrollaba toda la actividad de la escuela. De este modo, las aulas se abrían hacia lugares polivalentes, destinados a actividades en grupo, que a su vez se vinculaban al área común principal. Asimismo, recuperaron la escala doméstica en el edificio escolar para ofrecer a los niños unos ambientes acogedores. Estas características articularon sus propuestas de arquitectura pedagógica a partir de los sesenta, consolidándose en sus obras sucesivas.
El primer edificio escolar que proyectaron según el anterior modelo fue la escuela Sant Gregori de Sabadell (1961), que no llegó a construirse y que se inspiraba en el pabellón escolar británico de la XII Trienal de Milán, resultado de más de una década de investigación por parte de la oficina estatal sobre las construcciones escolares. Un año después, con el encargo de la escuela Garbí (1962-1967), en Esplugues de Llobregat, concibieron una escuela de esquema centralizado. El edificio fue promovido por un grupo de pedagogos que seguían el modelo educativo de Pere Vergés, director de la antigua Escuela del Mar de Barcelona, y quienes fundaron Instituciones Pedagógicas S.A., una entidad que contó con subvenciones particulares de los propios exalumnos y el apoyo de la asociación de padres. El conjunto incluía parvulario, escuela primaria y secundaria para 400 alumnos. Martorell, Bohigas y Mackay desarrollaron el proyecto en colaboración con el equipo de pedagogos para que su arquitectura contribuyese a la labor educativa. Esta obra tuvo un importante reconocimiento y fue publicada en numerosas revistas nacionales e internacionales como Nueva Forma, Summa, L’Architecture d’Aujourd’hi, The Architectural Review, L’Architettura o Werk-Architere, entre otras.
Posteriormente, la Caja de Ahorros de la Diputación de Barcelona encargó a MBM tres conjuntos escolares en Pineda de Mar, Vilanova i la Geltrú y el polígono Montbau. El asesor educativo designado por la entidad bancaria fue Ramón Fuster Rabès, defensor de una escuela católica pero no confesional, quien promovió la apertura pública de estos espacios y su interrelación con los barrios donde se ubicaban. Por ello, se dispusieron una serie de servicios como la biblioteca, las zonas de deporte o las salas audiovisuales para que pudiesen ser utilizados por exalumnos y personas del barrio. Esta experiencia suponía una apuesta por la corresponsabilidad educativa a cargo de la ciudadanía y por un proceso de formación continua que reforzaba los vínculos comunitarios dentro de la vida urbana.
MBM aplicó las mismas estrategias de escala en estos tres grupos escolares que en Garbí, es decir, un espacio central amplio de geometría claramente definida y aulas dispuestas en el perímetro de manera discontinua, que acotaban los espacios intermedios. El sistema constructivo también fue similar: el espacio central se mantuvo diáfano, aunque, en esta ocasión, se optó por cubiertas de losa reticular para permitir el tránsito de la cubierta. En el resto de la construcción se emplearon los mismos materiales. Estas escuelas mejoraban, respecto a la Garbí, la relación secuencial entre los distintos espacios, manteniendo la eficacia del esquema en escuelas de mayor capacidad e incorporaban la demanda de un mayor número de salas de uso común específicas.
En 1972, MBM empleó de nuevo el esquema centralizado en la escuela Thau, pero incorporaron cambios sustanciales, derivados del desarrollo técnico y las nuevas orientaciones pedagógicas. El estudio accedió al proyecto a partir de un concurso restringido que convocó una entidad privada, Finestrelles S.A. La escuela debía incluir un parvulario para 360 alumnos, enseñanza primaria para 720 y secundaria para 360. Era el proyecto de más envergadura que habían abordado hasta la fecha, además debía atender a la reciente Ley General de Educación para ajustarse a los criterios de subvención pública que establecía el Ministerio de Educación y Ciencia. La propuesta fue publicada en las principales revistas de la época. El arquitecto holandés Herman Hertzberguer utilizó Thau como ejemplo para ilustrar su idea de la escuela como microciudad en el libro Space and Learning (2008).
En 1972, Cuadernos de Arquitectura y Urbanismo dedicó dos números consecutivos a la arquitectura escolar. Ese mismo año la revista publicó una separata dedicada íntegramente a los proyectos escolares de MBM. Además de distintos ejemplos de la tradición inglesa, consignados por David Mackay en el artículo “Informe desde Inglaterra”, y del texto “La evolución de la tipología escolar en Cataluña”, en el que Martorell repasaba el desarrollo de la escuela primaria en el siglo xx, de acuerdo con los sucesivos impulsos pedagógicos e ideológicos que habían incidido en Cataluña, el ensayo de Bohigas titulado “La escuela viva: un problema arquitectónico” reconocía las influencias de Erns May en Bornheimer Hang (1921), Jan Duiker en la escuela de Ámsterdam (1930), Alfred Roth en Alstetten (1933), Crow Island en Winnetka (1940) de Eliel y Eero Saarinen, Lawrence Perkins, Todd Wheler y Philip Will, la guardería San’Elia en Como de Giuseppe Terragni (1936-37), el proyecto de escuela en Darmstadt de Hans Scharoun (1951), las escuelas en Hilbersum de Willem Dudok (1920) y la escuela Millbrae en California (1962). También destacaban las referencias a dos monografías de arquitectura escolar: Edifici per l’instruzione (1947), de Pasquale Carbonara, y The New School (1950), de Alfred Roth.
Isabel Durá Gúrpide. “La arquitectura escolar de Martorell, Bohigas y Mackay. El modelo concentrado como oportunidad educativa”, Ra. Revista de Arquitectura, núm. 18, 2016, págs. 71-80.
[1] Oriol Bohigas, Josep Maria Martorell y David Mackay. Temas de arquitectura escolar, separata de la revista Cuadernos de Arquitectura y Urbanismo, núm. 88 y 89, Barcelona, 1972.
[2] Este último no llegó a construirse, aunque fue el germen de la escuela Costa i Llobera, promovida por la institución Propedagògic. El proyecto fue iniciado en 1970, de manera paralela a la escuela Sant Jordi de Montbau, pero su construcción se pospuso hasta 1976-1979. La propuesta construida asumiría algunos cambios ensayados en la escuela Thau, como los materiales, y aumentaría la independencia de sus partes.
[3] David Mackay. “Informe desde Inglaterra”, Cuadernos de Arquitectura y Urbanismo, núm. 89, Barcelona, 1972, pp. 50-61.
[4] Oriol Bohigas. “La escuela viva: un problema arquitectónico”, Cuadernos de Arquitectura y Urbanismo, núm. 89, Barcelona, 1972, pp. 34-38.